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Tres leyendas olvidadas de Nuevo León

  • Foto del escritor: rompiendomitosofic
    rompiendomitosofic
  • 15 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

¿Qué tienen en común una cueva, unos niños traviesos y un callejón? Todos son protagonistas de tres mitos nuevoleoneses olvidados.

Si valiente te llaman sigue leyendo y descubre más sobre:

El callejón del Diablo

La Cueva de Agapito Treviño

Los niños desobedientes de Topo Chico



EL CALLEJÓN DEL DIABLO

Dicen las malas lenguas que en un oscuro callejón, el Diablo acechaba el paso de los caminantes que se atrevían a cruzar su territorio a altas horas de la noche. Se dice que Satanás buscaba ingenuos para mal aconsejarlos y así ganarse sus almas.

Uno de los desafortunados fue Juan Solís, quien era esposo y padre de un joven. La familia vivía en una vieja casa ubicada en la calle Cuauhtémoc al oriente de lo que ahora se conoces como Barrio Antiguo.

El despistado de Solís salió al callejón, ajeno a lo que podría suceder, hasta que se encontró frente a frente con Satanás.

Aunque grito por auxilio, los vecinos por temor no salieron a ayudarlo. A la mañana siguiente fue encontrado moribundo.

En este sitio se construyó un punto defensivo durante el ataque norteamericano a Monterrey en septiembre de 1846, el cual fue conocido militarmente como el fortín del diablo. Por esta razón, aparte de ser un sitio digno de un mito, es ubicado como un referente en la batalla de Monterrey.

En marzo del 2008 el Museo de Historia Mexicana lo incluyó en el recorrido histórico titulado Andares de la Historia.



LA CUEVA DE AGAPITO TREVIÑO

Agapito Treviño se consideró como el Robin Hood de Monterrey.

Nació en el año de 1829 en la hacienda de los Remates en la Villa de Guadalupe, actualmente Guadalupe, Nuevo León. A los 18 años, Treviño ya era un ladrón conocido en toda la zona y aterrorizaba a los ricos de Monterrey.

El Robin Hood regio se hizo famoso pues al robar iba montando un caballo blanco mientras tocaba una armónica. Después de despojar a los ricos de su fortuna, los hacía bailar desnudos frente a los presentes, para luego dejarlos amarrados en los montes.

Al finalizar su día, nuestro legendario ladrón cargaba bolsas llenas de su motín para repartir una parte con las personas más pobres y el resto lo escondía en la Cueva de La Boca.

Dicha cueva se ubica cerca de la ciudad industrial de Monterrey, México y se dice que nadie la ha podido explorar en toda su extensión, pues tiene fama de hacer desaparecer los que se atrevan a intentarlo. La entrada más conocida está junto al Río de La Boca.

Hay algunas creencias locales que dicen que el tesoro tiene la maldición de que la persona que lo encuentre se volverá loco, mientras que otros dicen que quienes lo tengan y lo gasten en ellos mismos, morirán.




LOS HIJOS DESOBEDIENTES DE TOPO CHICO

En 1949 en el barrio Topo Chico acostumbraban reunirse dos hermanos y su primo para jugar en el Cerro del Topo. Se dice que un sábado por la mañana los pequeños pidieron permiso para salir de paseo, pero su padre se negó. Negados a quedarse en casa, solicitaron a su madre permiso para salir, el cuál le fue concedido.

Al llegar la noche, el padre notó la ausencia de sus pequeños, y así pasaron días y días sin que se tuvieran noticias de ellos, hasta que al décimo día el padre se llevó una gran sorpresa al ver que en la primera página se informaba el hallazgo de unos restos humanos que habían sido encontrados en un cañón del cerro, sitió al que los niños habían ido a jugar.

Según la gente que habita cerca del lugar, en variadas horas del día se escuchan risas de niños acompañadas del ruido de disparos y granadas de los soldados.






 
 
 

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