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La leyenda del Charro Negro

  • Foto del escritor: rompiendomitosofic
    rompiendomitosofic
  • 14 may 2018
  • 3 Min. de lectura


Allá en los pueblitos viejos de México, se escucha el galopar de un jinete errante, con caballo y traje negro, cuyo rastro,dicen proveniente del mismo infierno ¿Sabes de quién hablamos? Hoy, en Rompiendo Mitos, te compartimos la escalofriante historia del Charro Negro.

El origen de ésta leyenda es incierto, pero lo más probable es que haya surgido durante la época colonial.

Se dice que el Charro Negro es un hombre de gran estatura, de figura más alargada y semblante cadavérico pero, eso sí, es atractivo y galante, siempre vestido con un impecable traje de charro, botoneado de plata a los costados y sombrero de ala ancha, bajo el que se oculta la figura, que dicen es la de un ente maligno y fantasmal.

Hay quienes aseguran que se trata del mismísimo diablo en persona, quien suele cabalgar su caballo negro por las noches y hacer suyas las madrugadas hasta que el amanecer lo obliga a devolverse a las tinieblas.

En algunos estados de la República Mexicana, la gente cuenta que en las noches de luna llena, por los caminos rurales o poblaciones alejadas, se aparece un jinete flaco y de cara cadavérica, que, montado en un lustroso caballo negro, ofrece una bolsa llena de dinero... Pero por temor, nadie la ha querido aceptar.

Aunque el misterioso charro no ignora a los hombres, su clara preferencia son las mujeres, a las que seduce con sus palabras cálidas.

Quienes hablan de él aseguran que cuando una mujer aceptaba montar su caballo negro, la infortunada descubre que es imposible bajarse. Es entonces cuando el Charro Negro vuelve a su montura y se aleja con rumbo desconocido, sin hacer caso de los ruegos o los gritos de su víctima, a la que no se le vuelve a ver jamás.​

La siniestra misión del Charro Negro es recolectar las almas de aquellos que no posean un corazón puro y libre de avaricia; anda por los caminos y las terracerías, saludando a cuanta persona de a pie cruzase sus andares, invitándoles a compartir montura y acercarles a su destino.

Sin embargo, condenado a una eternidad de vagancia nocturna por las callejuelas, cuentan que no siempre anda en busca de víctimas a las que arrastrar al purgatorio. En ocasiones, un tanto apesadumbrado, gusta de saludar a los viajeros con quienes busca sostener una amena conversación, pidiendo a cambio tan sólo un poco de compañía a trote lento.

El Charro y Adela

Cuenta la leyenda que una bella chica de nombre Adela, vivía en un pequeño poblado, y su madre constantemente la reprendía por lo coqueta que llegaba a ser con los hombres.

Una noche, la bella campesina se quedó de ver con uno de sus tantos pretendientes, pero en el camino, vio el andar de un caballo con un charro montado que iba hacía ella.

El guapo hombre de inmediato invitó a la bella doncella a subir a su caballo y ella no se pudo resistir, incluso olvidó la cita que ya tenía pactada.

En cuanto se subió, el jinete tomó su camino rápidamente y unas llamas los envolvieron. Adela gritaba fuertemente para tratar de descender pero no tuvo éxito. Solo algunas personas lograron ver lo que estaba sucediendo.

Aquél hombre era nada más y nada menos que el mismísimo Diablo, que vino por una bella dama para llevarla con él al infierno.

Nunca más se supo nada de Adela y para muchas personas, ella solo se había ido con uno de sus tantos pretendientes para no regresar jamás.


 
 
 

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